En febrero de 2008 Jorge Carrión publica, de la mano de la Editorial Berenice, su último texto: “Australia, un viaje”.
Las primeras presentaciones del libro serán:
* Martes, 1 de abril. Librería ALTAÏR de Barcelona (Gran Via de les Corts Catalanes, frente al cine Coliseo, entre Rambla de Catalunya y Balmes). 19 horas. Con Juan Villoro y Eloy Fernández Porta.
* Jueves, 3 de abril. Librería ROBAFAVES de Mataró. 19 horas. Con Joan Salicrú y Pablo Muñoz, “Alvy Singer”.
* Viernes, 11 de abril. Librería LITERANTA de Palma de Mallorca. 20 horas. Con Román Piña y Agustín Fernández Mallo.
Y como mejor presentación, valga la reproducción de algunos fragmentos del libro seleccionados por el propio Jorge Carrión :
“Estoy en el segundo avión interoceánico de este viaje. Un vuelo nocturno y transpolar me está llevando desde Buenos Aires hasta Sydney. Hace veinticuatro horas que dejé mi casa, mi familia, mi contexto. Ahora sobrevuelo el Polo Sur. Mejor dicho: ahora sobrevuelo la representación del Polo Sur, un continente helado y virtual, sobre el que nosotros somos una línea intermitente parpadeando en una pantalla.
El Polo Sur real, ahí abajo, en una masa de hielo negro, que no veo.”
“Ante mis ojos insomnes: una red antigua y moderna, primigenia y contemporánea, natural y tecnológica, de hilos grises en movimiento se dibuja sobre la masa helada y negra; como si sobre el fantasma de Pangea, el continente único, el paraíso perdido, se fueran ido abriendo grietas sísmicas, fracturas, plataformas, placas tectónicas, como un iceberg continental y oscuro que se hubiera empezado a romper hace ciento ochenta millones de años, a disgregarse, y sobre los trazos de esa fractura, de esa deriva, se hubieran ido acumulando los de todos los desplazamientos, miles, millones, que los siguieron, que los persiguieron, con un único fin: reconstituir mediante la migración, mediante el viaje, mediante la tecnología, la Pangea perdida, la unidad original, para acabar así con la enfermedad congénita; para cerrar así la herida.
En algún momento me quedo dormido.
Al cabo de algunas horas el capitán anuncia la inminencia del aterrizaje.
Pongo mi reloj en la nueva hora, en mi hora nueva: australiana.”
Lo seguiremos de cerca.