«El tercer hombre»: de Graham Greene a Carol Reed

EL TERCER HOMBRE

Probablemente por manías personales, siempre he preferido atender al texto, leer la novela, el cuento, el guión…

antes de pasar a ver su correspondiente versión cinematográfica.

Supongo que, de hacerlo al revés, con toda probabilidad

imaginaría el texto leído en función de las imágenes

previamente vistas.

Y aunque «El Tercer Hombre» no es una excepción, al encarar

la primera página uno se topa con una primera frase que, sin

dudas, condiciona el resto de la lectura. Esa primera frase

conduce al lector inmediatamente a la última película que

haya podido ver relacionada con la Europa que sobrivivió a la

Segunda Guerra Mundial.

Leer esa primera frase significa perder una cierta

«virginidad lectora» y verse inmerso en cientos de imágenes

de películas anteriores independientemente de si después

coinciden o no con las que realmente componen la película de

Carold Reed.

TExtualmente:

«El tercer hombre no fue escrito para ser leído, sino para

ser visto…»

Hay que tener en cuenta un detalle importante: Esta primera

línea abre la «Introducción» al texto. [La edición a la que

hago referencia es de Alianza Editorial, MAdrid 1976] Pero la «introducción» que también fue escrita por Graham

Greene, está fechada en 1976, es decir, 26 años más tarde.

Sin duda, la lectura del texto varia, a mi entender

substancialmente, en función de si antes se pasa o no por la

«introducción».

Dado el formato de la edición, cabe entender que Greene

incorpora la «Introducción» al texto perfectamente consciente

de que en realidad con esa «re-visión» lo que hacía era

escribir un segundo relato diferente del de 1950.

Pero sigamos:

En la misma «introducción», Greene deja bien claro el

caracter de su texto:

«PAra mí es imposible escribir el guión de una película sin

antes escribir un relato. Una película no depende sólo de una

trama argumental, sino también de unos personajes, un talante

y un clima, que me parecen imposibles de captar por primera

vez en en insípido esbozo de un guión convencional»

Es decir: «El Tercer Hombre» NO es un guión cinematográfico»

pero, al mismo tiempo «no fue escrito para ser leído, sino

para ser visto» es decir, aunque no es un guión, tampoco es

un relato digamos, convencional.

Finalmente y, por supuesto, siempre desde mi perspectiva, la

novela corta de Green sólo tiene cierto valor contextualizada

correctamente. Posiblemente un lector de 1968, por ejemplo,

que se acercara al texto sin conocer la versión

cinematográfica del mismo, acabaría su lectura con una cierta

frustración.

Así pues, y tal como advierte el autor, «El tercer hombre» es

lo que es no por lo que se lee, sino por lo que proyecta.

Sea como sea, superada la frustración inicial, la sorpresa, o

el descolocamiento inicial, se pone en marcha la historia.

Viena, post Segunda Guerra Mundial. La ciudad está dividida

en 4 sectores controlados por las cuatro potendias vencedoras

de la contienda: Rusia, Francia, Estados UNidos e Inglaterra.

UN escritor de novelas del Oeste acude a esta fantasmagórica

y ruinosa ciudad invitado por un viejo amigo de infancia que

le ofrece alojamiento y trabajo.

Cuando Dexter, el escritor, llega a Viena, se descubre

asistiendo al entierro de Lime, el amigo que le había

invitado y del que dependía su estancia en la ciudad.

Cien por cien personaje de película, Dexter entiende que la

muerte de Lime entraña algun oscuro misterio y decide

investigar y no regresar a su país hasta dejar el caso

resuelto.

El libro es, como era de esperar, el relato de la

investigación de la muerte de Lime por parte de Dexter.

No es casual que la narración sea un feedback. El narrador,

al principio anónimo para el lector, recuerda y explica los

pormenores de la investigación.

Tal vez en 1976 el lector no tuviera un bagaje

cinematográfico tan extenso como el del lector contemporáneo,

pero seguramente imaginaría la voz narrrativa que hilvana el

texto del mismo modo que, seguro, lo hace un lector

contemporáneo: como una voz en off que aporta al espectador

más información de la que concocen los personajes y que

implica una anticipación en la que se basa el suspense de la

trama.

A medida que se avanza en la lectura del texto, el lector

recupera imágenes hitchcockianas, luces, sombras,

acompañamientos sonoros, imagina los cafés de Viena, las

calles, las ruinas…

Es evidente que se trata de una relato nacido claramente con

vocación de guión, y precisamente esa vocación no sólo es la

única clave que le da sentido al formato, sino que también es

la razón de ser del hecho que los personajes no sean

dibujados sino tan sólo «insípidamente» esbozados.

En efecto, se trata de perfiles superciales que, contra todo

pronóstico, cargan con clixés contundentes y fácilmente

identificables.

Esos clixés (por otra parte independientes al texto), son los

que dotan a los personajes de una cieta personalidad que a su

vez les aporta toda la coherencia que, como personajes

cinematográficos, necesitan.

«El Tercer Hombre» está estructurado en diecisiete pequeños

capítulos.
LA secuencia temporal es lineal pero en doble sentido: desde

el presente del lector, el febrero de 1949 de Dexter avanza

en la reconstrucción de un pasado ciertamente indefinido.

Cuando el presente de Dexter coincide con el final de la

reconstrucción del pasado, el lector se encuentra ante una

decisión importante, se convierte en testigo de excepción de

un choque emocional que no permite prórroga posible y que

exige respuesta inmediata.

UNa vez más, la voz en off ha anticipado al lector y sólo

cabe esperar a que el impresentable Dexter tome la decisión

que el lector ya ha tomado. ¿Héroe o Villano?

Como no podía ser de otro modo, la superación de este máximo

punto de tensión precipita el desenlace de la historia.

Dexter, presuntuoso, prepotente, ácido y elemental al mismo

tiempo, opta por, digámoslo así, la humanidad, por el bien

global en detrimento de de un valor tan repetable y venerable

como la fidelidad incondicional a una vieja y enraizada

amistad.

Con su decisión final, Dexter consigue que todas las

carencias del texto quedan en segundo plano ante los

acercamientos que permite y que ponen la novela (aunque

posiblemente más la película) en el punto de mira de

sociólogos, psicólogos y moralistas.

Pasando por encima especialmente del discurso psicológico,

que me parece el más interesante, regreso al texto literario

para concluir, una vez más, destacando que «El Tercer

Hombre» es un texto fácil de leer pero dificil de acotar, a

caballo entre la novela corta y el guión cinematográfico pero

sin del todo ni lo uno ni lo otro: un relato negro lleno de

humo de cigarrillos y entonado con unas cuantas copas de

medianoche.

Una novela, finalmente, impregnada de las más clásicas

imágenes del mejor cine negro.

Pero cambiemos de tercio.

La película es, sin la más mínima duda, harina de otro

costal.

Alex Korda es el «iluminado» productor que instó a Greene a

viajar a Viena y aventurarse en el relato.

Carol Reed dirigió la cinta, Anton Karas le puso la música y

un inspiradísimo Robert Krasner la fotografía.
El reparto lo encabezaron Joseph Cotten, Alida Valli y Trevor

Howard con la ayuda de Bernard Lee y especialmente con la

presencia del mítico Orson Wells que además firma una

magnífica interpretación del personaje Lime.

La historia explicada en la película es, más allá de algunas

variaciones no significativas, idéntica a la explicada en el

texto. Sin embargo hay una diferencia importante: mientras el

texto es desgranado por un narrador omnisciente (aunque

implicado en la trama) que regularmente interviene en la

narración, en la película la historia es en estilo directo

puro con la única excepción de la introducción sobre Viena y

sus peculiaridades en aquella época.

El lector que ahora ya es espectador echará en falta esa voz

(que había imaginado en off) que le daba ventaja sobre el

personaje y que al tiempo le mantenía en un medido suspense.

En la película el suspense no se alimenta dándole más

información al espectador que al protagonista sino con un uso

realmente magistral del sonido y muy muy especialmente de la

fotografía.

Escenas más bien cortas, milimétricamente estudiadas para ser

el máximo de explícitas posible, una música cómplice y

delatora, y una fotografía descriptiva y creadora al tiempo,

son los principales puntales de la cinta.

Es una historia sencilla, no cabe la menor duda. Básicamente

se reduce a una elección, la de Martins que debe optar por su

lado humanitario o por la amistad y el amor.

Sin embargo, más allá de la historia, más allá de lo que

pueda pasar en la película o del interés que pueda despertar

en el espectador, «el Tercer Hombre» es una pequeña joya: un

autético espectáculo de perfección (corre el año 1949)

fílmica, de saber aglutinar en una sola cinta diferentes

niveles narrativos.

El ritmo de la película sin ser trepidante, que no lo es, es

ágil. Los personajes son introducidos paulatinamente y la

imagen de cada uno de ellos, su interpretación, su parecer,

describen perfectamente sus personalidades haciéndolos

previsibles y dando pistas sobre las relaciones ocultas entre

ellos.

La ciudad, peligrosa, destruida, desmoralizada, tremendamente

bella y eternamente barroca es el marco perfecto para acoger

la trama, sencilla al final, de Lime y Martins.

Los ambientes son, válgame la expresión, «de película», «El

Tercer HOmbre» deja imágenes absolutmente indelebles en la

retina, escenas de manual, perfectas, contundentes,

inequívocas.

Los encuadres son magistrales haciendo que en buena parte de

ellos intervengan las fantasmagóricas figuras del barroco

vienés dotando las imágenes de una belleza sin parangón.

Los primeros planos de los personajes no muestran rostros

sino actitudes, voluntades, instintos, temores…

El trabajo de Robert Krasner merece todos los premios a la

fotografía posibles. Krasner construye una película de luces

y sombras en las que los personajes entran y salen

continuamente.

Como todo aquel que haya visto la película acordará conmigo,

quizá el mejor ejemplo del uso de la luz en «El Tercer

Hombre» es precisamente cuando aparece por primera vez el

personaje Lime interpretado por Welles, aunque la fuerza

narrativa de la escena en que la policía espera la aparición

de Lime en el café para reunirse con Martins es tal que

elegir una escena u otra se complica sobremanera.

Y de hecho, aunque todo «El Tercer Hombre» rebosa escenas de

antología, conviene destacar una en especial. Una vez

aparecido Lime, se encuentra con Martins al pie de una noria

en un parque. Ambos suben a una cabina y rueda de la noria

les lleva a lo más alto. En lo alto, la cámara muestra, a

vista de pájaro, el parque con pequeñas figuras que van y

vienen. En ese momento Lime le explica a Martins… (y

regreso al texto de la novela)…

«mira ahí abajo -prosiguió, señalando a través de la ventana

a la gente que se movía como moscas negras en la base de la

noria-.
¿De verdad podrías sentir lástima si una de esas manchas

dejara de moverse para siempre?

Hombre, si te dijera que podías conseguir veinte libras por

cada mancha que se detuviera, ¿de verdad me dirías que me

quedara con mi dienro sin una vacilación? ¿o calcularías de

cuántas manchas podrías prescindir sin problemas?»

Esta escena es especialmente significativa en la coherencia

de la historia. No es un prodigio del uso de la luz como las

dos anteriormente citadas, pero los textos son contundentes:

«En estos tiempos nadie piensa en los seres humanos, hombre.

Si no lo hacen los gobiernos, ¿por qué vamos a hacerlo

nosotros? Hablan del pueblo y del proletariado, y yo hablo

de primos. Es lo mismo.»

La inhumanidad de ese par de frases que Lime pronuncia en lo

alto de la noria son decisivas. La metáfora está servida: la

vida es una noria… ¿Están ambos personajes en la cresta?,

¿es su visión superior por contemplar el mundo desde tan

privilegiada posición?

En cualquier caso, una película absolutamente digna de ser

vista tranquilamente. UN lujo de imágenes, una música muy

celebrada aunque actualmente quizá no del todo bien valorada,

unas interpretaciones enormes…

Sin la menor duda, «El tercer Homre» no fue escrito para ser

leído, sino para ser visto.


 

9 comentarios en ««El tercer hombre»: de Graham Greene a Carol Reed»

  1. Muy bien lo del comentario. He seguido a Graham Greene desde hace años, sin devorar, pero disfrutando sus novelas e historias cortas. Me impresiona cada cosa que he leído. No he visto el film. Sin embargo, la novela es brillante y exquisita. Toda una sorpresa cuando comenzé a leerla. Como Greene podía hacerlo.

  2. hola, bueno soy una xika k esta leyendo el libro y tengo que hace un resumen del libro … pero la verdad es que estoy un poco perdida porque no entiendo mucho el libro y la pelicula no la encuentro … y no se como hacer el resumen … espero que me podais ayudar… os lo agradeceria mucho. ay os dejo el msn , espero recibir buestra aiuda… gracias… dew

  3. hola, necesito un favor muy grande, estoy leyendo ese libro pero no lo entiendo, y necesito hecer un resumen, por capitulos del mismo, agradeceria mucho por lo menos una ayuda, o el resumen echo, gracias le dejo mi e-mail para el solicitado: miralarubiaa.-@hotmail.com
    gracias

  4. hola, necesito un favor muuy grande necesitaria saber qe simboliza la vuelta al mundo i las cloacas.. i qe se interpreta con la ultima frase del narrador..
    agradeceria mucho tmb si alguien me mandara el resumen de cada capitulo graciaas, les dejo mi mail para el solicitado mika_belen_@hotmail.com

  5. Soy una adolescente de 14 años, si bien este no seria la clase de libro que hubiera elegido leer, lo lei y me gusto, al principio me parecio que pasaba lento, pero rapido a partir del 4 capitulo, solo tengo una duda, el narrador no es Calloway? me parecio haci desde un prinipio, y ahora dudo en eso.

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