MATTHEW KNEALE: «VIAJEROS INGLESES: UNA EXPEDICIÓN A TASMANIA EN BUSCA DEL EDÉN»

Es frecuente que, al deambular entre los estantes de nuestra librería preferida, nos dejemos seducir por las portadas y títulos de los libros. Entre los muchos libros que nos tienten, no nos será fácil elegir «Viajeros Ingleses». Y no lo será por dos motivos, porque el escritor Matthew Kneale es un desconocido para el lector peninsular y porque el diseño del libro invita a imaginar el volumen más bien como una colección de biografías de viajeros ingleses antes que como un buen libro de viajes… y, claro, no es lo mismo.

Sí, Kneale es un desconocido en estos parajes, pero «Viajeros ingleses» fue galardonado en 2000 ni más ni menos que con el WhiteBread: el premio al mejor libro en lengua inglesa. No es un premio trivial.

 

Con «viajeros ingleses» Kneale embarca al lector en un viaje insólito en compañía de unos pasajeros muy particulares, entre ellos un reverendo inglés que pretende demostrar además de la existencia del Jardín del Edén, que éste se encuentra en las Antípodas, y justo su contrario: un científico positivista que pretende demostrar la superioridad de la raza blanca. No menos particular es el capitán del ballenero en el que viajan y su espacialísima tripulación.

La aventura promete. La inglesa es, junto con la francesa, la tradición literaria más volcada en el relato de la experiencia viajera. Tal vez por eso, en cuanto se nombra que el barco es un ballenero, el lector avezado en estas lides tenderá a recuperar las vicisitudes y tripulación del “Pequod” el viejo ballenero con el que el capitán Ahab recorrió medio mundo tras Moby Dick. En cuanto se nombra «la compañía» el lector tenderá a recuperar los detalles de la “Nelly” y el viaje de a la “Oscuridad de las Tinieblas”.

Sin embargo, «Viajeros ingleses» sigue un rumbo muy distinto trazado por un magnífico entramado de narradores que desde la interioridad de sus primeras personas van descubriendo el entretejido social de la vieja Inglaterra victoriana: su intrahistoria.

Matthew Kneale crea y da voz a “personajes tipo” de todos los estratos significativos de la sociedad británica. Viaje coral en el que hasta el más mínimo susurro debe ser escuchado: sólo con la fusión de todas las perspectivas ofrecidas consigue el lector hacerse una idea de la realidad escondida en “Viajeros Ingleses”.

En un contexto de literaturas lineales en las que el lector apenas debe resbalar y dejarse llevar, en el que la estrategia literaria dominante suele consistir en imprimir un ritmo trepidante y en una vertiginosa experiencia lectora enganchada al “una página más para ver si se salva o no”, se agradece un planteamiento diferente.

Kneale es un autor, hay que reconocerlo, inteligente. “Viajeros ingleses” es un enjambre de voces y perspectivas en el que el lector podrá elegir, posicionarse, seguir con mayor o menor atención tal o cual personaje, opinar, acompañar el desenlace de tal o cual situación… y a medida que va avanzando en la lectura irán apareciendo datos que continuamente resignificarán todo lo leído con anterioridad.

Una novela de relatos que exige del lector una cierta participación pero cuya estructura es apta para todos los hábitos lectores, desde las breves lecturas intermitentes del metro hasta las bucólicas largas y pluviosas tardes invernales.

En español fue traducido ya en 2001 y puesto en las librerías por una buena editorial, en una colección de confianza: «Narrativas Históricas» de Edhasa. La novela no ha tenido la repercusión que tal vez merezca, pero siempre es una garantía ser introducido por un sello de prestigio.

Sea como sea, además de un gran trabajo, “Viajeros ingleses” es una magnífica experiencia en al que vale la pena embarcarse. Recomendado.


 

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