UNA VEZ EN UN CUADRO

Un marinero recibe una carta
que ha recorrido mil verstas.
Su mujer le escribe
que en la casa
sobre el acantilado
es feliz.

Y de su carta es esto
durante las noches con muchachas
en puertos indescriptibles
a través del mar de los meses
lo que convence al blasfemo marinero
de que su interminable viaje
va a tener fin.

[Versos en «Una vez un cuadro», en «Y nuestros rostros, mi vida, breves como fotos», de John Berger]